Playas

Porto Seguro: la costa donde nació Brasil

“Sonría, usted está en Bahía”. Así dice el enorme cartel que nos recibe cuando bajamos del avión en el aeropuerto de Porto Seguro. Y es que es imposible no sonreír en la “tierra de la alegría”, como la llaman ellos. Cómo no ser feliz en el mismísimo punto donde nació Brasil, muchos siglos atrás, con la llegada de los primeros portugueses. Yendo por la costanera camino al hotel, cuando la humedad tropical nos envuelve y el color del agua ya nos saca el primer suspiro, entendemos por qué se convirtió en uno de los países más lindos del mundo. Dan ganas de dejar las valijas y correr a zambullirse en el mar.

 

La Costa del Descubrimiento

La combinación “sur de Bahía + playas increíbles + la primera ciudad de Brasil” es prácticamente imposible de resistir. Porto Seguro encabeza la llamada “Costa del Descubrimiento”, cien kilómetros de playa donde se asientan las primeras construcciones coloniales del país datadas del año 1500. Y son precisamente esos cinco siglos de historia los que le dan una identidad propia a Porto Seguro y lo distinguen de otros destinos puramente playeros.

El centro histórico de la ciudad, con su viejísima iglesia y sus casitas entejadas pintadas de colores, nos introduce en esa magia de otro tiempo. A poco rato de viaje, hay otros pueblitos costeros todavía más lindos, que también nos cuentan la llegada de los primeros colonos. En mis ocho días en Porto Seguro pude recorrerlos todos, además de hacer mucha playa e ir a una fiesta distinta cada noche. No intenten hacerlo en casa: solo es posible con la energía que te da Bahía.


Vista panorámica del centro histórico

 

De paseo por el centro

El centro de Porto Seguro ofrece muchos alojamientos y servicios (incluyendo un shopping y decenas de agencias para contratar tours), pero no nos permite hacer playa. Casi no hay zona de arena y el agua está algo oscurecida por la desembocadura del Río Buranhém. Por eso, mucha gente se sienta a pescar sobre la costanera o simplemente a admirar el paisaje de barquitos surcando el océano.

La magia del centro se enciende en la tardecita, cuando los artesanos se instalan en sus puestitos sobre la plaza central y sus calles aledañas, todas de piedra, y con muchos locales de estilo típico bahiano donde comprar regalos. Si nos dejamos llevar, volvemos al hotel con bolsas llenas de cintitas de los deseos, pareos, bahianas de cerámica, berimbaos, o los típicos sombreros blancos que con tanto orgullo llevan los pobladores.

Y como si las ferias no fueran distracción suficiente, hay toda una calle para degustar bebidas espirituosas: la “Passarela do Alcool”, con muchos puestitos con promociones de tragos especiales. Nadie puede irse sin probar capeta, un trago de canela, guaraná y leche condensada que es originario de esta zona.


Pasear por la feria de artesanos y la "Passarela do Alcool" es un imperdible de este destino

 

Sabores nordestinos

¿Cómo hacer una buena base antes de visitar la Passarela do Alcool? Solo hay que elegir alguno de los muchos barcitos y restaurantes que hay en el centro. La gastronomía bahiana tiene platos interesantes que seguramente no vas a encontrar en ninguna otra parte de Brasil. El acarajé es bien tradicional: un sabroso bollo con masa de feijao y relleno de camarones; y se encuentran puestos callejeros por todas partes, como quien compra tortafritas en Uruguay. Eso sí, no a todos les cae bien, porque para freír se usa el aceite de dendé que es bastante pesado.

Más rica es la moqueca, otro plato característico del nordeste: una sopa de pescado y leche de coco (la combinación puede sonar extraña, pero es muy recomendable). El casquinho de sirí (cangrejo) es otra opción para los que quieren probar sabores del mar diferentes. Además del pescado, en cualquier restaurante sirven buen feijao con arroz, que ha sido la base de la alimentación de todo el estado desde la época de los esclavos.


La moqueca es un plato tradicional que hay que probar

 

¿A qué playa vamos hoy?

Las mejores playas de Porto Seguro están al norte del centro, a partir de unos cuatro kilómetros. En esa zona también se ubican la mayoría de los hoteles y resorts, todos de cara al mar. El mío estaba sobre Taperapuã, una de las playas más populares, con agua verde y tibia, y mucha arena para tirarse a tomar sol. Aquí está el conocido “complexo de lazer” (“complejo de ocio”, o más popularmente llamado “barracao”) Toa Toa, un enorme bar y restaurante sobre la arena que nos ofrece muchas reposeras y actividades todo el día. Allí aprendimos las coreografías de los últimos hits bahianos siguiendo el swing de los animadores.

Caminando hacia el centro de la ciudad, a la derecha, la multitud se hace más densa y las barracas empiezan a sucederse una tras otra. Son las playas Mundaí, Itacimirim y Curuipe; que podemos ir conociendo en una caminata tranquila entre baño y baño. Además, siempre hay alguna mesita sobre la arena para tomar un coco o una latita gelada mirando el mar (que resulta especialmente refrescante después de haber dado un buen paseo en el banana boat).

Hacia el norte de Taperapuã encontramos la soledad que tanto nos gusta cuando queremos descansar. Las playas Rio dos Mangues (Barramares, donde desemboca el río formando un paisaje muy lindo) y Ponta Grande nos regalan muchas cuadras de costa ancha y deshabitada, sin el alboroto de las barracas y con el verde impresionante de la mata que rodea la arena.

Pero como bien nos recomendaron varios lugareños, estas playas ni siquiera son las más lindas de la zona. No nos podíamos imaginar cómo serían esas entonces, pero lo descubrimos cuando nos alejamos un poco de la ciudad.


Cerca de Porto hay playas para todos los gustos

 

Arraial D’Ajuda

Solo el Río Buranhém separa a Arraial D’Ajuda de Porto Seguro, lo que nos permite disfrutar de ambos lugares casi como si fueran un solo destino, pero cada uno con su encanto particular. Para llegar a Arraial hay que ir hasta el puerto de la ciudad y tomar una balsa hacia el otro lado del río; y una vez allí tomar una camioneta hasta la localidad (hay muchas esperando a los turistas que bajan de la balsa). Si te alojás en el norte de Porto, el viaje lleva unas dos horas, pero verdaderamente vale la pena hacerlo.

El pueblito tiene un encanto único, con sus calles de piedra empinadas llenas de casitas típicas y algunos muros pintados. Lo más lindo del casco antiguo es la iglesia, que tiene una baranda panorámica donde la gente ata sus cintitas (“fitas”) con deseos. Por supuesto, até como diez fitas con el deseo de volver a quedarme varios días en Arraial.

Muchas familias van al balneario exclusivamente para pasar el día en el Eco Park, uno de los más grandes de Brasil, construido frente al mar en un entorno ecológico increíble. Pero más increíble todavía (y gratis) es caminar la costa hasta el final de la playa, desde Mucugé (bastante animada, con lindos chiringuitos) hasta la soñada Pitinga.

Y si no te importa tomar el barco de nuevo, no te podés perder la noche de Arraial. Los barcitos, las posadas y los restaurantes encienden velas que luego dan lugar a las guitarras. También hay algún bar más animado para quedarse bailando de noche. A nosotras nos gustó mucho Morocha, donde predomina la música argentina (el dueño es de allí), aunque suena un poco de todo, como rock brasilero en vivo.


Arraial tiene una playa paradisíaca

 

Trancoso

Pasando Arraial está Trancoso, un pueblo diminuto de mar inmenso. Su playa es mucho más agreste y despoblada que las de Porto, y se llega por una pasarela casi selvática. Aunque mucha gente prefiere alojarse en Trancoso, perfectamente se puede ir en un tour desde Porto Seguro. Lo mejor es ir a pasar el día, comer en algún barcito de la playa y terminar caminando por la callecita de piedras del centro, con algunas galerías sencillas pero sofisticadas, posadas boutique, restaurantes muy tentadores y una de las iglesias más pintorescas y antiguas de toda la zona. 


La noche de Trancoso también tiene su encanto

 

Praia do Espelho

Está más al sur aún, pero el trayecto tiene de verdad su recompensa: un paisaje impresionante de mar en su turquesa más profundo. Siempre conviene averiguar cuándo está baja la marea para admirar toda la belleza de los arrecifes pero, aun con marea alta, es uno de los paseos más atractivos de la zona: una playa bien silvestre rodeada de mata, mar transparente y un barcito rústico para comer al mediodía con música popular brasilera en vivo.

 

Coroa Vermelha

Al norte de Porto Seguro, a unos veinte minutos en taxi, se encuentra este pueblito muy famoso por contener el punto exacto donde llegaron los primeros portugueses. Una enorme cruz conmemora este hito histórico, rodeada de puestos de souvenirs y algunos restaurantes simples. La playa en sí no es muy bella (muchísimos barcos y poca arena), pero es un paseo interesante si se cuenta con un día extra.

 

Guardar energía para la noche

Cerca de la medianoche llega el momento de poner en práctica los pasos de axé que aprendimos durante el día en las barracas. Y es que uno de los puntos altos de Porto Seguro, sobre todo para los jóvenes, es la movida nocturna. Durante el verano, hay una fiesta grande cada día de la semana: los principales boliches se turnan para abrir y así se aseguran que todos los veraneantes estarán allí. Las entradas se pueden comprar antes, en las recepciones de los hoteles o las agencias del centro, e incluso las venden en la playa.

El espíritu alegre de Bahía se exacerba en estas fiestas. En Axé Moi vimos un buen espectáculo de capoeira y bailamos con animadores de axé, además de dar una vuelta por la pista de electrónica al lado del mar. En Toa Toa viví una de las mejores experiencias del viaje: un ensayo de Olodum (el famoso grupo de percusión que tocó con Michael Jackson en su videoclip de Bahía) también a orillas del agua.

Otra fiesta muy popular es la llamada “Ilha dos Aquarios”, que se hace en una isla pequeña con varias pistas, escenarios y barras, además de los acuarios que le dan nombre. Imaginen: una fiesta en toda una isla, a donde solo se llega en un barco desde el puerto de la ciudad. Aunque un poco cara la entrada (sesenta reales en aquel momento), es una experiencia que solo Porto Seguro te permite vivir. La energía de los brasileros es tan contagiosa que no nos damos cuenta de que bailamos cuatro horas sin parar y que mañana hay que madrugar para aprovechar el increíble café da manha del hotel. ¿Dos horas de sueño? No importa, sonría: usted está en Bahía.


La movida nocturna es uno de los puntos más altos de Porto

 

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