Guía para enamorarse de las Islas Baleares

Ya lo cantaba Serrat en una de sus canciones más famosas: pocos lugares en Europa enamoran como el Mar Mediterráneo. Esa magia la viví en su máxima expresión durante mi estadía en las Islas Baleares -Ibiza, Mallorca y Menorca-, de esos destinos que hemos visto mil veces en los folletos turísticos de España, pero que realmente expresan toda su belleza cuando ponemos un pie en la arena. Tanto me enamoraron las Islas que terminé extendiendo cuatro meses mi estadía inicial de dos semanas, trabajando primero en un restaurante, después limpiando barcos, y por último en uno de los megaboliches de Ibiza.

Es verdad que las fiestas interminables y las playas paradisíacas son la imagen más conocida de las Baleares, pero en cada una hay mucho más para descubrir. Son 300 días de calor en el año para navegar entre las islas, conocer la cultura de la capital –Palma de Mallorca-, perderse en los pequeños pueblos, probar las delicias mediterráneas. Los pobladores son muy abiertos y siempre están dispuestos a orientar a los turistas y darles los mejores consejos. Aquí comparto con ustedes algunos de esos consejos para que disfruten al máximo el viaje a las Baleares y también se enamoren del lugar. Les aseguro que siempre es un amor correspondido.

Lo mejor de las Islas Baleares

MENORCA

Menorca es la más relajada y familiar de las Baleares, ideal para descansar y conectar con la naturaleza en sus muchas playas, calas y pueblitos, todos con cierto encanto sofisticado. En junio y setiembre esa tranquilidad es mucho mayor que en la temporada alta -julio y agosto-, que es cuando hay más afluencia de turistas y, por tanto, también hay precios más altos que en la temporada media.

LAS MEJORES CALAS Y PLAYAS

Así que, alojado en un hostal a cinco minutos del centro histórico de la capital –Mahón-, eso fue lo que hice durante mi semana en Menorca: renté una moto y salí a explorar las playas de la isla. Me habían hablado mucho de la Cala Turqueta, a unos 55 kilómetros de Mahón, la más turquesa de todas, como expresa su nombre. Es fundamental ir muy temprano para ver el panorama en todo su esplendor. Sobre todo porque en temporada alta hay muchos visitantes y en ocasiones no queda lugar en el parking público. Luego de dejar el vehículo, hay que hacer unos diez minutos caminando hasta llegar a la cala. Te recomiendo comprar bebidas en el barcito que está en el parking, ya que en la playa no hay un lugar para abastecerse.

Cerca de Turqueta está Macarella, otra de las calas preferidas de Menorca. Tiene capacidad para unas 100 personas, así que en pleno verano también hay que ir temprano para encontrar un lugar. El paisaje es increíble: una cala muy azul con forma de U, rodeada de altas montañas rocosas. Si hay demasiada gente, como alternativa muy cercana está la Cala Macarelleta, a la que se puede ir caminando. Es una cala más íntima y pequeña, menos concurrida, caracterizada porque está permitido practicar nudismo.

Las calas de Menorca deslumbran con sus aguas turquesas

Uno de los días más entretenidos en Menorca lo pasé en la Cala Galdana, una de las más extensas de la isla, donde es más fácil encontrar lugar. Sobre la costa hay bares, alquiler de reposeras, sombrillas, barquitos y veleros. Los que se animen también tienen la posibilidad de hacer parapente.

Y si se quiere una jornada aventurera, hay que emprender el Camí de Cavalls, un camino que bordea toda la costa de la isla y que lleva a las playas más vacías. Por el trayecto se pasan diversos ecosistemas (y desafíos): valles, barrancos y zonas de humedales que llevan hacia algunas áreas vírgenes de la isla. Se puede hacer todo a pie o algunos tramos en bicicleta o, mejor, a caballo (que es lo que da nombre al camino). Hay distintos trayectos ordenados según dificultad y distancias de acceso.

En bici por el Camí de Cavalls

La mejor cala a la que llegué por el Camí de Cavalls fue la Cala Pilar, al norte de la isla. Su acceso dura unos 40 minutos caminando, y por la dificultad del camino recibe pocos visitantes. Después de ver un lindísimo panorama natural, se llega a una playa preciosa de arena dorada y rojiza. El agua es cristalina, pero si hay mucho viento, las olas son muy grandes y dificultan el baño. Es una cala con poca sombra natural, salvo una pequeña cueva no hay resguardo del sol. Me alegré de cargar la sombrilla aunque el camino haya sido largo.

El penúltimo día en Menorca me dediqué a desmitificar la idea de que allí no hay fiesta. Así conocí uno de los lugares más “chic” de la isla, la Cova d'en Xoroi, sobre la costa sur de Cala en Porter. Bar de día y discoteca de noche, allí disfruté un atardecer espectacular y seguí la noche bailando hasta la madrugada. Además de la vista privilegiada, el lugar tiene como atractivo la construcción en sí misma, que es una auténtica cueva decorada con luces. 

Cova d'en Xoroi

CIUDADES Y PUEBLOS DE MENORCA

La isla tiene mucho para hacer fuera de sus calas y playas. Mahón y Ciudadela son las dos ciudades más importantes de Menorca, ambas ineludibles. Mahón tiene un puerto natural conocido en todo el mundo, y por toda la zona portuaria salen paseos en catamarán. El casco histórico de Mahón tiene varias atracciones interesantes, como el Museo de Menorca, el Bastión de Sant Roc –ambos son vestigios de la puerta de la muralla que antiguamente bordeaba la ciudad- o la Iglesia de Santa María. 

La nochecita en el Puerto de la Ciudadela

Otro de los paseos recomendables en Menorca es el pueblito de pescadores Binibequer, próximo a Mahón. Es como adentrarse en el alma de la arquitectura mediterránea, con su laberinto de calles estrechas y construcciones altas y blancas. En los acantilados de la zona de Binibequer Vell vi otro de esos atardeceres de película.

Y claro que nadie se puede ir de Menorca sin probar la comida típica: el caldo de langosta. Recomiendo visitar el pueblo de Ferreries para esta experiencia gastronómica, y aprovechar para recorrer el Museo del Queso, donde se pueden comprar excelentes quesos artesanales. 

El pueblito de Binibequer

MALLORCA

Apenas pisar Mallorca uno queda deslumbrado por sus impresionantes construcciones históricas, su paisaje lleno de elevaciones, la calidez de su gente, y, por supuesto, sus kilómetros de playas paradisíacas. Sabía que, siendo la segunda isla más poblada de España (su capital, Palma de Mallorca, tiene más de un millón de habitantes), no iba a encontrar mucho tiempo de descanso entre tantas cosas para ver y hacer. Para los que no disponen de varios días para conocer la isla, les recomiendo alquilar un auto. Aquí va el resumen de lo que no se pueden perder durante la estadía.

QUÉ VER EN PALMA DE MALLORCA

Castillo de Bellver: Construido en el siglo XIV, su particularidad es la forma circular de su construcción. Vale la pena guardarse un buen rato para recorrer el Museo de Historia que funciona allí y el centro de exposiciones de arte, y disfrutar alguno de los encuentros musicales que suelen realizarse.

Catedral de Santa María: Aquí pude apreciar lo que la hace tan famosa: uno de los ventanales de estilo gótico más grandes del mundo. Es una catedral inmensa, tanto que se dificulta sacarlo completo en una fotografía.

La Bahía de Palma: Decenas de barcos adornan esta hermosa bahía, una de las más extensas del Mediterráneo. Al puerto llegan barcos de todas partes de España.

La majestuosa Palma de Mallorca

DOS PASEOS DE ENSUEÑO: CUEVAS DEL DRACH Y EL TRANVÍA A SÓLLER

Una de las experiencias más memorables que viví en Mallorca fue la expedición a las Cuevas del Drach en Porto-Cristo. Emociona estar en contacto con un espacio tan surreal, como de otro planeta. Después de un intenso trayecto a pie (obligatorio llevar calzado seguro porque el suelo es húmedo) y navegar por el lago interno, presencié un concierto de música clásica allí mismo. El sonido de los violines en el silencio de la cueva, sumado a las luces adornando las rocas… Un momento sencillamente mágico.

Otro paseo como de cuento fue el tranvía antiguo que sale de Palma en dirección norte, hasta el pueblo de Sóller. La ambientación histórica de los vagones ya es un atractivo en sí misma, y qué decir del recorrido: atraviesa túneles y miradores que permiten captar los mejores panoramas de la Serra de Tramuntana y el Valle de Sóller. Tanto la sierra como el valle son lugares espectaculares para paseos por el día y traerse unas cuantas fotos panorámicas.  

Magia pura navegando las Cuevas del Drach

ARENA Y SOL

Las calas de Mallorca son el balance perfecto al ritmo animado que se vive en Palma. Una de las más populares es la Cala Millor, una extensa playa de arena fina bordeada por grandes complejos turísticos, muy fácil de acceder en auto y con parking gratuito. Aquí se puede alquilar una hamaca o reposera, mirar los delfines que aparecen en ocasiones, practicar algún deporte acuático o pedir un trago y mariscos en alguno de sus bares y restaurantes. Al lado está Cala Bona, también con buenos servicios y locales gastronómicos.

De aire familiar, la Cala Llombards es muy concurrida por los mallorquines. Allí me fui una tarde a empaparme del encanto local y a ver el gran monumento natural del paisaje: la gran roca forma de puente situada en el medio del mar. Tiene buen acceso en auto, aunque no se puede ir en ómnibus. 

Un día de playa en la Cala Llombards 

LA NOCHE TAMBIÉN TIENE LO SUYO...