1. LAS CATEDRALES Y LOS PALACIOS: La iglesia ortodoxa rusa y la era zarista han dejado monumentos impresionantes en las principales ciudades rusas. Hay que visitar el Kremlin de Moscú y la magnífica Catedral de San Basilio; la Catedral Kazan en San Petersburgo o los templos de la ciudad de Suzdal, Patrimonio de la UNESCO, para sentir el verdadero poder de esas construcciones coloridas que tantas veces vimos en postales.
2. LOS ESCENARIOS NATURALES: La inmensa extensión del territorio ruso nos regala la combinación de las geografías más diversas, lo que resulta en incontables lugares para explorar y sacar algunas de las mejores fotos de tu vida. Entre los destinos naturales imperdibles están el Río Volga (el más largo de Europa), el Lago Baikal en Siberia, los lagos Multa en la región de Altai, la península de Kamchatka y la Cordillera del Cáucaso. La adrenalina del turismo aventura en estas regiones –pescar al lado de los osos, escalar el pico más alto de Europa, hacer trekking en cráteres volcánicos- es una razón extra para animarse a descubrir lo profundo de Rusia.
3. LOS MEDIOS DE TRANSPORTE: Los rusos han sabido minimizar las grandes distancias en su territorio haciendo de sus medios de transporte verdaderas atracciones. El Metro de Moscú, inaugurado en 1935, no solo es el mayor del mundo en densidad de pasajeros, sino que es conocido como el “palacio subterráneo” por la cantidad de obras de arte y antigüedades que guarda en sus estaciones. Desde Moscú también parte el famoso Tren Transiberiano, que viaja atravesando siete husos horarios para conectar Rusia occidental con el Lejano Oriente de Asia. Por los paisajes increíbles en la ventanilla y las charlas que se prestan en el tren, hay que hacerse unos días para hacer –al menos en algún tramo- la ruta Moscú-Vladivostok.
4. EL INVIERNO: Es verdad, el invierno de Rusia está entre los más fríos del mundo, pero vale la pena abrigarse con un buen “ushanka” (los gorros de piel típicos) para ver los paisajes nevados más bellos que podemos imaginar, como sacados de un cuento. Aunque no seamos deportistas olímpicos, nos podemos divertir un rato esquiando, patinando o deslizándonos en trineo. Pero para vivir una experiencia mágica de verdad, vale la pena ir hasta el norte y ver las Auroras Boreales en Siberia, esas luces misteriosas en el cielo que solo se ven en ese punto de la Tierra.
5. PORQUE NO TODO ES FRÍO: Al contrario de lo que muchos creen, Rusia no es siempre gélida y hay varios destinos para disfrutar el clima agradable de primavera y verano, sobre todo en el sur. Existen balnearios muy concurridos donde hacer playa, como Anapa y Sochi en el Mar Negro, Lazurnaya sobre la Bahía de Ussuri oKstovo sobre el Río Volga. En las grandes ciudades, el verano es una excelente época para viajar por la cantidad de eventos y atracciones que no están habilitados en invierno. Y quienes viajen durante el solsticio de verano (sobre el 21 de junio) tienen que ver las Noches Blancas de San Petersburgo, en que el sol nunca llega a ocultarse del todo.
6. LOS PUEBLOS ANTIGUOS DEL ANILLO DE ORO: Viajar en el tiempo es posible y lo descubrimos en este famoso circuito de ciudades medievales entre los ríos Volga y Oká, al noreste de Moscú. La ruta turística, llamada así por su forma anular, recorre unos mil kilómetros comenzando en Serguiev Posad, famosa por su Museo de Historia. Yaroslavl, Kostromá, Suzdal y Vladimir también forman parte de este tour obligatorio para conocer la arquitectura típica de Rusia y algunos de los lugares más emblemáticos en la historia de la nación.
7. LA VIDA ARTÍSTICA Y CULTURAL: Rusia fue cuna de algunos de los grandes maestros de la Literatura, la Música, el Teatro y la Pintura universal, y eso se deja sentir a cada paso en sus grandes ciudades. Hay emblemas de la cultura rusa que no se pueden eludir: el Museo Hermitage de San Petersburgo con su impactante colección de arte o el Teatro Bólshoi en Moscú, escenario del mejor ballet del mundo. Pero también en otras ciudades encontramos museos interesantes; y las propias calles suelen ser museos a cielo abierto donde comprar las artesanías típicas de Rusia, como las Matrioskas.
8. EL BUEN COMER (Y BEBER): Si uno está dispuesto a ganar algunas calorías (las comidas rusas están hechas para afrontar las temperaturas más bajas), la gastronomía es todo un viaje en sí mismo. Los tres infaltables: el Borsch, la sopa de tradicional (a la que se le agrega remolacha, carne con hueso, papas, repollo, cebolla y zanahoria y muchos condimentos más); los Pelmenie (una especie de capeletti relleno de carne) y los Blini (crépes dulces o salados, rellenos con crema o con caviar). Por supuesto, el vodka es la bebida por excelencia, acompañando todas las comidas en copas pequeñas.
9. LA MOVIDA NOCTURNA: Por la noche las ciudades toman una mística especial en Rusia, y quizás por eso la vida nocturna es tan intensa. Moscú y San Petersburgo tienen algunas de las discotecas y clubes más populares de Europa. Si bien muchos locales son selectos y bastante caros para el público general, pero hay bares para todos los perfiles donde se puede escuchar buena música en vivo cualquier día de la semana.
10. LA HOSPITALIDAD: Algo de lo que más sorprende de Rusia es la enorme amabilidad y disposición de sus habitantes para ayudar a conocer lo mejor de su cultura. Es verdad, en general los rusos no sonríen a los extraños como es común por estas latitudes, pero no por eso son menos hospitalarios. Los que tienen la suerte de ser recibidos en un hogar ruso conocerán lo que es tener grandes anfitriones.
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