América del Sur / Brasil

Diez cosas que no sabías sobre Maceió (y que te harán querer ir este verano)

Cuando nos hablan del Nordeste brasilero, todos imaginamos playas paradisíacas con arrecifes de coral, calor tropical todo el año, hileras interminables de cocoteros y ciudades como pintadas a orillas del mar. Todo eso se hace realidad en Maceió, la capital del estado de Alagoas. Aunque es una de las ciudades más importantes del norte brasilero, no es un destino tan resonado como sus cercanos Salvador o Recife. Y sin embargo, cada vez son más los viajeros que llegan en busca de descanso costero, mística brasilera y excursiones inolvidables. Si sabés poco y nada sobre Maceió, te contamos algunos datos que seguro te van a tentar a conocerla.

 

1. Tiene el mejor color de mar de las ciudades del Nordeste. Viajé toda la costa norte de Brasil de Salvador a Fortaleza y en ningún lugar vi un turquesa tan intenso como el de Maceió, ni siquiera en las playas más vírgenes. Aquí la vida urbana parece no haber afectado el estado puro de las aguas, lo que da como resultado playas maravillosas en plena capital y una vista de no creer desde el hotel o la rambla.

2. Y también la rambla más linda. Aprovechando estos paisajes increíbles, la ciudad construyó una de las mejores “orlas” de todo Brasil, con sendas especiales para bici y footing, y muchos miradores y restaurantes costeros para disfrutar la vista. A la mañana y a la tarde, los pobladores locales salen a la Via Costeira a hacer ejercicio, mientras los turistas se toman fotos, compran un agua de coco y buscan alguna linda barraca para sentarse a hacer playa. Al caer el sol se encienden las luces a lo largo de la costanera y es un placer salir a dar una vuelta sintiendo la brisa fresca del mar.

3. Las playas urbanas parecen balnearios. Jatiúca y Ponta Verde son las playas más lindas, situadas en los barrios más modernos y elegantes, con muchos alojamientos que dan al mar. La playa de Pajuçara está más cerca del centro, llena de barquitos que le dan un toque pintoresco. En frente hay un gran mercado de artesanos para traerse varios souvenirs. La playa de Sete Coqueiros, al sur, regala un poco más de tranquilidad para darse un baño de mar o tirarse horas a adquirir un buen bronceado brasilero. Y Cruz das Almas, en el extremo norte de la ciudad, tiene olas que invitan a surfear. Todas las playas están tan cuidadas que parece que estuviéramos en un resort vacacional y no en una ciudad de más de un millón de habitantes.

4. Se puede nadar en piscinas naturales paradisíacas a pocos metros de la ciudad. Los arrecifes de coral de la playa de Pajuçara forman hermosas piletas naturales cuando la marea está baja. En la orilla hay muchas jangadas (los veleros de colores típicos que pueblan la orilla) que por un precio accesible nos llevan a las piscinas. Allí podemos hacer esnórquel entre peces de colores, o acercarnos a los bares flotantes para comer algo en medio de un paisaje natural impresionante.

5. Djavan nació en Maceió. Un amigo local me mostró la casa de este famoso músico en uno de nuestros paseos, revelando –para mi emoción y sorpresa- que era originario de la capital de Alagoas. Al instante comprendí cómo se inspiró para canciones tan bellas –y marítimas- como Oceano y Azul. Conociendo este dato, no es de extrañar que el panorama musical de la ciudad sea tan atractivo. Rex Bar (cerca de Jaragua) es el mejor local de jazz, con muy buenos músicos en vivo todas las noches; mientras que en Conversa de Botequim (en Jatiúca) se dan cita los mejores sambistas de la ciudad. En el mismo barrio, la Chopperia Maikai también tiene una programación interesante de bandas, con un menú excelente para hacer previa.

6. La vida nocturna es súperanimada. Después de escuchar música ao vivo, la noche en Maceió sigue hasta tarde, con varias opciones para salir los fines de semana. Jatiúca tiene buenos boliches para los más jóvenes, pero el lugar más lindo para salir es el barrio antiguo de Jaragua. Allí hay muchas casas recicladas donde hoy funcionan restaurantes, bares y discotecas, una inmejorable combinación entre patrimonio arquitectónico y diversión nocturna.

7. A 30 kilómetros hay una selva de cocos. Si los cocotales son el gran icono del clima tropical, en las afueras de Maceió encontramos el lugar más tropical de Brasil: la Floresta de Coqueiros. Llegando a Praia da Gunga en el Litoral Sur nos topamos con esta enorme selva de cocos, donde las palmeras cubren todo el panorama visual enmarcando la unión de la Laguna do Roteiro con el mar. El parador del lugar tiene un mirador para ver este panorama único desde la altura. Hay que pagar una entrada (toda la plantación es propiedad privada), pero créanme que vale la pena.


(Foto de Rafael Alvez)

8. Muy cerca encontramos playas bellísimas, muchas despobladas. Luego del bosque de cocos llegamos a Praia da Gunga, donde nos damos el mejor baño de mar del viaje y podemos disfrutar de un delicioso pescado en uno de los barcitos que hay sobre la arena. Pero antes de Gunga, todavía más cerca de la ciudad, hay lindas playas para visitar. Junto a la desembocadura de la Laguna do Roteiro, la Barra de Sao Miguel ofrece un entorno bien rústico y localista, donde probar la gastronomía típica luego de una jornada de surf. La Praia do Francés, a 21 kilómetros de Maceió, es la más popular entre los alagoenses para ir de vacaciones, y se llena los fines de semana sin perder su carácter de pequeño balneario tropical.

El tour del Litoral Norte empieza a 12 kilómetros del centro en Guaxuma (onda juvenil y surfista), Pratagi (con una zona de barcitos y una parte bastante desierta), Ipioca (más desierta todavía), Paripueira (lindas piletas naturales) y Sonho Verde (área de preservación ecológica). Maravillas oceánicas a solo media hora de la ciudad.

9. Maceió tiene su propia Estatua de la Libertad. Y no solo es idéntica a la de Nueva York (aunque algo más chica), sino que fue creada por el mismo escultor. La Estatua da Libertade que hoy reside en barrio de Jaraguá es una de las tres que existen en el mundo (la tercera está en París). Originalmente, esta escultura fue enviada a Rio de Janeiro, pero por la gran amistad del autor con un pintor de Alagoas, terminó llegando como obsequio (o trueque, no se sabe bien) a la capital nordestina.

10. Aquí Pelé es un Rey. El Estadio de Maceió se llama “Rei Pelé” en honor al astro del fútbol brasilero. Si bien no fue sede de los partidos del Mundial, sí recibió selecciones para entrenar, por lo que tuvo varias reformas durante la Copa de 2014. Además de ir a ver una de las grandes pasiones brasileras en acción, frente al Estadio (también conocido como “Trapichão”) hay un Museo del Deporte con una muestra interesante para los fans del fútbol. 

 

¿Listo para admirar el mejor azul oceánico del Nordeste? 

 

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